Me hallaréis en la cubierta.
Me hallaréis ya despojado
de la sangre y la reyerta.
Liberado del tratado
del acero enarbolado
por promesa enaltecida,
sino infame, fe suicida,
vana herida y vil legado.
Me hallaréis atribulado.
Asirá mi mano andada
- por reflejo acostumbrado -
un vacío en andanada
do la espada era envainada,
un impuesto de abstinencia,
una carga cuya ausencia
trinca un lastre al alma ajada.
Y sabréis por mi mirada
remolcada de naufragio
que en el barco vela arriada
y ancla echada es mal presagio.
Y os diré que ante el sufragio
entre asilo y mar batida,
¡zarpad prestos, pues la vida
de la muerte es puro plagio!