Me encuentro mareado y
apoderado de algún brebaje
ajeno.
Atisbo mis muchos dedos
más largos que nunca,
y mi cabeza - en cambio -
tan descabezada
que no atino a inyectarlos
en la garganta adecuada...
Rescindo mi anclado bautismo.
Destierro mi afán de refugio.
Desisto mi rol al abismo.
Ni causa, ni fin, ni artilugio.