Tan solo atisbo consuelo
al presagio de la muerte en vano
en la impoluta contingencia
de existir en clave alguna.
Tan solo atisbo asilo
a la réplica trenzada de manos
en la salvaje trascendencia
de tus átomos en los míos.
Y así soy, en tanto
en cuanto ciñe mi tiempo,
humano de mis balcones.
Y así verso la prosa
que reposa en informes renglones
el piélago de mi aliento.
somos letra minúscula en la maravillosa y salvaje profecía de la vida.
ResponderEliminarLa existencia es el vapor intangible de las nubes... y sus negras direcciones
Abrazos
Me encanta releer este poema
EliminarEs la profecía cíclica de la existencia incierta :) qué bonito amigo. Un placer leer tus palabras
ResponderEliminar¡Un abrazo!