martes, 31 de mayo de 2022

El plagio de la muerte

 

Me hallaréis en la cubierta.
Me hallaréis ya despojado
de la sangre y la reyerta.
Liberado del tratado
del acero enarbolado
por promesa enaltecida,
sino infame, fe suicida,
vana herida y vil legado.

Me hallaréis atribulado.
Asirá mi mano andada
- por reflejo acostumbrado -
un vacío en andanada
do la espada era envainada,
un impuesto de abstinencia,
una carga cuya ausencia
trinca un lastre al alma ajada.

Y sabréis por mi mirada
remolcada de naufragio
que en el barco vela arriada
y ancla echada es mal presagio.
Y os diré que ante el sufragio
entre asilo y mar batida,
¡zarpad prestos, pues la vida
de la muerte es puro plagio!



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Tan solo atisbo consuelo
al presagio de la muerte en vano
en la impoluta contingencia
de existir en clave alguna.

Tan solo atisbo asilo
a la réplica trenzada de manos
en la salvaje trascendencia
de tus átomos en los míos.

Y así soy, en tanto
en cuanto ciñe mi tiempo,
humano de mis balcones.

Y así verso la prosa
que reposa en informes renglones
el piélago de mi aliento.



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