jueves, 30 de agosto de 2018

Recopilatorio del Camino Primitivo

La gente de colores (Bodenaya)



No es tan sencillo perderse. El mundo está hecho de forma que caminas sobre un fundido en negro, con unas pocas luces anunciando las direcciones que han de ser seguidas. Las menos veces aparece alguna bifurcación, una elección tímida de transcendencia más bien acotada. Seguimos esas luces mientras rebosamos -presunta- opacidad.

Por suerte, de cuando en cuando, tropezamos con la gente de colores. Ellos no son otro punto de guía. No son una opción. Son un charco confuso formado por los tonos más contagiosos, guardando la enseñanza de que no hay enseñanza final o suficiente. La de que no es una sombra insondable lo que se encuentra al desabrigo de las guías, si no un velo endeble, desvelable por el brazo lo bastante valiente, que esconde a la vista preciosas incertidumbres. La gente de colores son “perderse” al fin, para así encontrar tu hogar en cada rincón del infinito.


Esencia (Grandas de Salime)




¿Que tas contemplando’l paisaje? Yo soy de Galicia. Tuve en Inglaterra también, en Oxford. Ibas n'esos trenes de madera de cuando la guerra. Nun valían, eran duros, pero bueno... Ya por la Argentina también tuve. Pero ahora canséi de tanto viaje. Ahora gustame tar en casa. Eiquí ye duro, pero… Ahora los jóvenes tan apijotaos. Nun jugaron ya quedaron apijotaos, nun discurren con tanta maquinita. Las ciudades nun valen muito. Paré que tas n'una colmena, si nun ye problemas co’l del tercero ye co’l otro. Ya tó’l día apurao. Ya pa la gente mayor ye peor. Llévanlos que paré que van morrer, ya cuando vuelven reviven. Cangas ta eiquí a la vuelta. Los de Cangas vinían muito, después del Carmen, a dormila. Vinían con una furgoneta pa delante’l mio bar. Ahora ya no, ahora ya toy jubilá, nun tengo bar. Traían comida, ya cantaban, ya de tó. Ahora nun vienen ya. Vien muita xente fadiendo’l Camino. A veces confúndense ya tiran por eiquí parriba. Yo si eso pego-ys la vuelta porque danme pena, vienen cansaos ya. Son dos kilómetros subir ya dos bajar. Pregunto-ys, ¿va pa Santiago? Pues pegue la vuelta. Pero bueno… ye así.
Ten buen viaje.


Verdad (Lugo - As Seixas)




Pueblan el hueco del silencio
asaltos de verdad recóndita
ululando al abrigo de la noche,
lumbre en el ojo cerrado,
alas de andada derrota.


Acertijos (As Seixas - Melide)




Viajan las manos vacías
de respuestas, y los cayados
pregonan con silencio rítmico
el final de las preguntas.
Se vuelven ubicuas las pistas,
como si solo hubiese una
manera de resolver
nuestros distintos acertijos.


¿Para qué sirven las piernas? (Santiago)




¿Y si las plantas tuviesen piernas? ¿Se marcharían los cactus a la Antártida? ¿Quizá las algas a las cordilleras? ¿Qué lugar elegirían, si acaso eligiesen, los ubicuos espinos? 
Creo que ninguno tiene piernas porque ya son, siempre, en su mejor y único lugar. ¿Tenemos lugar, acaso, quienes sí las tenemos? Quizá no lo tengamos. Quizá sea el universo a nuestro alcance. Quizá sean las huellas de aquellos que ya exploraron para nosotros el lugar más plácido. 
Yo soy de los que piensan que tenemos un lugar acotado, pero de tamaño, forma y posición mutables. Somos en él completos y primordiales, como el más milenario de los árboles. Pienso que nuestros brazos están para cuidarlo, nuestras almas para reconocerlo… y nuestras piernas para perseguirlo.


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