lunes, 24 de agosto de 2020

Topos y águilas

 


Se puso a nuestro alcance el umbral
de cada balcón en el planeta,
mas permanecen los ojos igual
de locales, cegados al reverso
del vistazo inabarcable.
Consiste la cura de los párpados
en la costumbre, el refugio, la renuncia
a los cien pájaros, con la mano
guareciendo el pecho velado.
Y así es que la vista se entrena
en imaginar los matices de la sombra
proyectada por nuestras alas plegadas.
 
Ya no guardo ínfulas de águila,
pero tampoco cavaré madrigueras
entre las esperas
de mis gusanos y serpientes. 


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