miércoles, 20 de mayo de 2020

Horizontes



Wherynn  y yo hemos escogido una canción y una palabra: la banda sonora de Il postino y la palabra "horizontes". Y hemos propuesto a conocidos nuestros crear algo con lo que sea que le sugiera esta pareja de elementos. Una reflexión, un poema, una historia, una pintura, otra canción... cualquier cosa. Unicamente por el gusto de hacerlo y por la curiosidad de comprobar qué han hecho otras personas sobre la misma base.

Lanzamos esto hace unas tres semanas y aquí os dejo lo que recibimos hasta ahora. Sé que hay personas que han empezado algo, que puede que llegue a terminarse o puede que no. Si llegan cosas nuevas, editaré esta entrada con ellas. Esto es también una invitación abierta a cualquiera que lea este texto y le apetezca subirse al carro =)  Incluiré en la entrada cualquier contenido nuevo, llegue cuando llegue.

A continuación os dejo la canción mencionada. Puesto que todos la hemos utilizado, os aconsejo que estéis escuchándola mientras leéis las distintas piezas =)


Índice de autores

  1.     Wherynn
  2.     Pilar Álvarez
  3.     Jesus Burgos Lobo
  4.     Aida Asgaya
  5.     Paloma Fernández
  6.     Julia Irene González
  7.     Licaón
  8.     Gadía
  9.     David Sánchez
  10.     Irene Martín
  11.     Sansa

Wherynn

Conoce más sobre Wherynn en su blog  Towards the Truth

— Horizons —

Un lienzo en blanco en una villa frente al mar. El pintor coge su paleta y todo comienza a fluir. Los primeros colores convierten el monocromatismo blanco en el inicio de una obra de arte. El sonido de las gaviotas, los barcos que arriban a puerto y la risa de los niños que juegan en la plaza es la banda sonora de aquel día, tan pintoresco como el anterior. Es verano, la brisa marina humedece el cuadro que va cobrando vida bajo los ágiles dedos del artista. La mirada perdida en el horizonte, plasmando cuanto sus ojos ven. Las tonalidades turquesa y aguamarina conforman un mar en calma. La espuma de las olas llega hasta la cala, rodeada de rocas grisáceas que reflejan el sol. Cubriendo parcialmente el espectacular océano que refleja el cielo despejado aparecen unas flores rosas, carmesí, blancas, azules, púrpura y amarillas que poco a poco convierten la parte más cercana del cuadro en una terraza. Un tiesto, una bicicleta cuya cesta está repleta de flores y un bizcocho completan la escena. Una merienda estival. El artista sonríe mientras su esposa le tiende una taza de té y se abrazan contemplando el horizonte mientras cae la noche despejada y estrellada.

Pilar Álvarez

— (Sin título) — 

Era una nube negra, negra oscura. No como la sombra del ciprés atormentado por un viento gélido de Luna. Era negra, negra pura. Era un devenir de proyectos inconclusos, de barreras cerradas, de tristezas, de dudas. De golpes fuertes y coágulos oscuros bajo la piel desnuda. Era la suma de los negros, negra oscura. Era un vacío lleno de añoranzas, de ausencias palpables. Era una soledad obtusa.



Jesús Burgos Lobo


—  Años hemos navegado —

Años hemos navegado,
tantos mares, tantos puertos,
otrora tan inexpertos,
solo un boli y un papel.

Rimas, versos, indagamos,
otras pieles, mismos sueños,
de horizontes fuimos dueños,
como torre de Babel.

Y los días que han pasado,
iluminan nuestras velas,
los poemas, centinelas
que hacen guardia en el bajel.

¡Y que crujan las cuadernas
por los años navegados!
Siempre fuimos bien guiados,
corazón: el timonel.

Y los días que quemamos...
¡Que hagan mutis por el foro!
Y yo jamás me demoro
en batalla dar cuartel.

Y que crujan ya las plumas,
que me hacen sentir vivo,
de soñar nunca me privo,
son mis presas oropel.

Años hemos navegado…

¡Años hemos navegado
con clamor que ruge al viento!
Feliz soy, feliz me siento,
mi pasión nunca he negado.

Escribimos a las musas,
y cañones respondieron,
libertad siempre nos dieron,
nunca pusimos escusas.

¿Horizontes a la vista?
De horizontes he llegado,
no me voy de ningún lado
sin antes pasar revista.

Años hemos navegado…
Mares, puertos, otros mares…

Años hemos navegado… casi… casi una vida,
y cuando el mar pida tributo,
cuando el mar lo suyo pida…
poemas, versos a raudales,
anécdotas de unos sabios,
que sin saber muy bien a dónde,
siempre,
siempre navegaban al horizonte.



Aida Asgaya

— Horizonte —

Me invade un sentimiento extraño, siempre el mismo sentimiento, siempre en el mismo momento, siempre en la fila del andén para subir al bus que se dirige hacia mi destino.

Estoy quieta, no quiero romper ni el aire con mis movimientos, siempre lo rompo.

Miro a mis acompañantes anónimos, una madre con su hija encabezan la fila. La niña está leyendo un cuento, uno de esos cuentos que todos nos sabemos y aún así seguimos leyendo, mi boca se retuerce en una mueca de disconformidad. Nunca me han gustado las historias donde el final esperado desde el inicio resulta el verdadero.  ¿Por qué? Me gusta el caos, el caos y la libertad, cuando leo y escribo otro final quiero rendir tributo a la inseguridad… Es como estar al borde de un acantilado y vivir los segundos antes de despeñarse, mucho mejor que el vivir feliz para siempre.

Tengo la sensación de que la madre estaría de acuerdo conmigo. Seguramente ella nunca fue (ni será) egoísta, eso es conducta de hombres, ella cuida de su hija, ella empuña un escudo de madera para enfrentarse a llamas de fuego de varios infiernos de varias décadas y de varios lugares, lo más duro de todo está por llegar… Ella debe enfrentarse al final del cuento que lee su hija y que ella conoce de memoria. Mientras tanto, esperan en la fila.

Los siguientes son un grupo de jóvenes amigos, hablan todos a la vez así que solo ellos se entienden. Una casa, un trabajo, un coche y si da tiempo amistad,  según crecemos creo que nos equivocamos enormemente a la hora de priorizar. El hogar son personas, ellos aún no saben que irán de la casa al trabajo sin conocer la tienda de la esquina del barrio, donde trabajará su amigo de antaño. Mientras tanto, esperan en la fila.

El autobús se prepara parece que llega la hora, tendría que ir corriendo en vez de en autobús, mejor, corriendo y saltando que se disparase la adrenalina por mis venas, no parar la carrera, correr hasta el final. ¿Final? ¿Qué final? Si allí no había final.

Viví tan intensamente esa fantasía, que el conductor me tuvo que llamar la atención tres veces preguntándome si era mi autobús y si me ayudaba con la maleta, mis acompañantes anónimos ya habían subido. Quizás sí que se me había disparado la adrenalina porque hice algo que las otras veces no había hecho, respondí sí.

Subí  sin saber que subía. A veces nos olvidamos de pensar y de sentir todo lo que hay a nuestro alrededor, a veces... El sol me ciega, el motor suena, sonrío, parece un nuevo horizonte porque lo que no os he dicho es que no conozco la parada de destino.



Paloma Fernández

— (Sin título) —

Una pareja baila. La música sigue sonando. Ella le mira y se sabe bella. Él se siente capaz de saltar, o no. En la escuela, en el libro de tapas duras no explicaban el lenguaje de los ojos. El niño pícaro los mira. La madre finge escuchar, pero solo oye los susurros que su hija le oculta. La espera fingiendo escuchar. El reloj corre y con su velocidad angustia a la hija y alivia a la madre. La gente habla por no callar. Ríen, bailan, beben. Es agosto. La noche es cálida. El pueblo vacío y silencioso observa la romería. No lo saben. Los habitantes del baile no lo saben. No saben qué es el horizonte. Nunca han escrito esa palabra. No saben que lleva h. Nunca  han pensado en su z ni en quién compuso la música que les acompaña. No saben que un día, el horizonte será otro vacío y solo… pero ellos sí saben destilar un momento de felicidad. La música ha dejado de sonar.




Julia Irene González

— (Sin título) —

Era un día criador en el que se podía ver crecer la hierba. Bernardo se limpió las gotas de sudor que perlaban su frente cuando llegó al alto de la finca. El sol estaba picón y el bochorno y las nubes presagiaban una gran tormenta, pero las vacas, los xatos y el toro pacían tranquilos. Todo estaba en orden. Bernardo dejó caer la vara y se sentó entre sus animales, oteando el negro horizonte recortado entre los picos de las montañas. Una luz rojiza teñía levemente los bordes de las torres, que avanzaban lentas pero inexorables. Bernardo se levantó y recogió la vara para emprender el camino de vuelta a casa, no sin antes tomar una foto del espectáculo meteorologico para poder compartirlo con su familia. Abrió el chat para enviar la imagen y sonrió complacido al leer de nuevo los mensajes de esa mañana. Llevaba muchos días sin sentirse tan feliz.

"MAÑANA ARRANCAMOS PARA ALLÁ💃💃💪💪

Sonrió de oreja a oreja mientras enviaba la imagen con un apunte.

"COMO SE NOTA QUE VENÍS MAÑANA. YA VERÉIS COMO EL TIEMPO NO NOS DEJA TRABAJAR🤣🤣"

El primer estruendo le llegó muy lejano. Guardó el móvil y apuró el paso para que el agua no lo pillara. El horizonte no podía ser más negro y Bernardo no podía estar más feliz.


Licaón

— Permanece —


Se han detenido las fábricas
de nubes. Nunca los ojos
supieron tan lejos, ni hallaron
 tan parados
el saludo de algún verano.
Los veo esconderse entre párpados
y horizontes inmóviles,
ajenos a los dientes
de león, al aire
que los nombra y aconseja.
Aletean algunos colmados
de ingravidez ingénua
del otro lado de la puerta,
donde aguarda
 el aroma 
imborrable de lo bisoño.

Supongo que no ayudan los barcos
varados,
pero la mar permanece
— con su palabra insistente —
tan suya y al alcance
de nuestro tiempo.


Gadía

—  Horizontes —

Pueden hablar de horizonte
y yo vislumbrar ninguno,
porque horizonte es presente,
pero también es futuro.

Puede ser aquel paisaje
que se forma al fusionar
el final azul del cielo
y el transparente del mar.

O pueden ser esos planes
con que pretendes crear
el mañana que imaginas
y que quieres alcanzar.

Si me refiero al paisaje,
casi siempre estará ahí.
Si me refiero al futuro,
ese aún está por venir.

Y teniendo en cuenta esto,
me dispongo ya a explicar,
porque no veo futuro,
aún sin dejar de mirar.

Me mudé hace dos meses
a una nueva ciudad,
buscando playa, buen clima,
y un nuevo comenzar.

Dejé atrás mi provincia,
y la dejé sin dudar:
allí yo estaba estancada
y no lograba avanzar.

Me marché con ilusiones
como poder trabajar,
ponerme a prueba a mí misma
y terminar de estudiar.

Pero no contaba yo
(supongo nadie lo hacía),
con que el coronavirus
nos iba a cambiar la vida

Se cerraron mil y un tiendas,
nos confinaron en casa.
El comenzar sí que es nuevo,
aunque no lo que esperaba.

Mi edificio tiene un ático.
A veces subo a pensar.
Y desde allí veo El Teide,
veo el cielo y veo el mar.

Veo claro ese horizonte,
sin mucho esfuerzo al mirar;
entrecerrados los ojos,
sintiendo el viento soplar.

Que no pueda ver el otro,
significa que no está…
O que aún no está creado,
pero se podría crear.

Pues como dijo Machado:
se hace camino al andar.
Tal vez también, paso a paso,
vea ese horizonte asomar.


David Sanchez

— De murallas y princesas —  

Como cada mañana, como cada noche, me volví a sentar en mi rincón de pensar.

Pensar en disfrutar, muy a mi pesar, me produce malestar...”



     – Esto es horrible, no tiene sentido –Dijo Dahlia mientras arrancaba la hoja y la tiraba por encima de su hombro. Suspiró y volvió a levantar la vista.

Desde las murallas del castillo podía observar el sol asomarse por encima de las montañas y bañar poco a poco con su luz el gran valle, una luz que dotaba de vida a todos por igual, campesinos, guardias, animales e incluso los propios árboles.

Todo en las tierras altas parecía abrazar con entusiasmo un nuevo día.

     – Ojalá yo abrazara con esa facilidad la inspiración –Volvió a susurrar Dahlia para nadie en particular.

     – ¡Mi señora! –Gritó alguien desde abajo –No debería estar sentada ahí con los pies colgando, podría caerse.

Dahlia echó un vistazo al guardia que había abajo, el gran portón al patio estaba abierto y el habitual trasiego de carros ya estaba empezando.

     – No se preocupe Daven –la princesa sonrió mientras se inclinaba hacia delante y sujetaba su pelo rojizo para que no le tapara la cara- Una caída de ocho metros es tal vez lo más apasionante que podría pasarme, y con mi suerte, seguro que aterrizaría sobre uno de los carros llenos de forraje para los caballos.

Se encogió de hombros, le mostró una medio sonrisa al guardia y siguió escribiendo. Daven suspiró y volvió a hablar con los campesinos que entraban al patio del castillo.

Dahlia esgrimió durante largos minutos la pluma por encima del papel, amagando escribir las primeras letras de algo que aún no había nacido en su mente.

     – ¿Hoy tampoco, princesa? –Dijo Daven desde abajo.

     – Hoy tampoco, guardia –Contestó ella resoplando. El anciano guardia le sonrió.

     – Paciencia mi señora, la inspiración acabará llegando tarde o temprano. Hasta el peor de los poetas ha tenido un buen momento, y hasta el mejor de los panaderos ha quemado un bollo de pan.

Dalia levantó una ceja, apuntó algo en una nueva hoja y miró debajo de nuevo.

     – ¿Dónde has leído eso? Ha sonado bastante bien.

     – Me lo he inventado –Contestó él- O tal vez no –Añadió burlón.

     – He hablado contigo las suficientes veces para saber que esa es una obra tuya –La princesa hizo una pausa, observó su papel y finalmente preguntó- Dime Daven, ¿qué crees que inspira a un poeta, a un escritor, a un escultor, a crear una obra?

     – Esa es una pregunta demasiado compleja, princesa.

     – Tal vez sea una pregunta demasiado compleja con una respuesta demasiado simple, Daven –Dahlia señaló con la pluma al hombre- Pero en realidad los adultos adoráis hacer respuestas complejas a preguntas simples.

El guardia soltó una carcajada.

     – ¿No cree que hay inspiración en todo? Desde el pastor que cuida de sus ovejas, a la poetisa que peina cada noche los cabellos de la luna con sus palabras. Todos comparten algo en común, y es algo tan simple como difícil de explicar.

Dahlia se quedó en silencio, añadió algo más a su hoja y miró a las montañas.

     – Desde que Enna se fue, subo aquí y contemplo lo mismo que ella contemplaba, escribo donde ella escribía. Sin embargo, lo que escribo sigue siendo un desastre.

     – ¿Usted cree que el pastor se inspira con la misma luna que la poetisa? –Dijo el anciano guardia mientras negaba con la cabeza – El pastor teme la noche, pues los lobos pueden llevarse a sus ovejas. Y la poetisa odia el día, pues el trasiego y el ruido la desconcentran. Enna vio algo ahí donde está, usted puede que no vea nada. Los caminos de otros no son nuestros caminos, y los amantes que siguen un mismo camino, es porque en algún momento se encontraron en un cruce –Se giró y señaló las grandes montañas- Yo veo un límite allí, otros ven una meta.

Volvió a mirar a la Dahlia.

     – ¿Qué ve usted en el horizonte, princesa? –Dijo antes de darse la vuelta y seguir con sus labores.

Dahlia pasó la mirada del guardia a las montañas y se quedó reflexionando durante un largo rato. Pasó la mirada por todo el valle observando a cada mujer, hombre, niño, animal, y detalle del gran paisaje. Luego volvió a mirar a las montañas.

     – No veo una princesa -Tras varios minutos, arrancó la hoja y empezó a escribir.



Tal vez el terreno nunca tuvo la culpa de hacerme resbalar, si no que fui yo la que se obligó a caminar.

Tal vez las palabras más simples son las respuestas a las preguntas más complejas.

Tal vez la aventura está en el lugar del que te alejas, y las grandes historias de otros solo sean un paraíso con rejas.

¿Por qué debo caminar con firmeza sobre un terreno que ha recorrido otro?

Si cada montaña puede ser un nuevo lugar desde el que ver la mañana,

Si un reproche es lo único que me separa de la mejor noche,

¿Y si el sol y la luna simplemente se persiguen como dos amantes locos que nunca han mirado atrás?

Puentes de madera sobre ríos de barro y piedra rugosa bajo terreno nevado.

Tal vez yo quiera caminar, caer y pavimentar mi propio día

Tal vez yo desee explorar, descubrir y malcriar mi propia noche”

Dahlia levantó los ojos, observó las montañas, después a Daven y finalmente su papel.

“Tal vez cada horizonte solo sea un nuevo lugar desde donde soñar, cada persona un lugar desde donde saltar.

Y cada paso en el camino, un momento para recordar


Irene Martín


Conoce la novela de Irene, 2053: Los secretos de la muerte quedan revelados

— Instante —

 Aquí llega el ahora
para el momento embellecer
y se convierte en pasado
oculto en atardecer.
Sus pisadas las seguimos
conservando en nuestro ser
y en el horizonte, el futuro
deseando resolver
las respuestas que el instante
no te puede aclarecer.
Esperaremos impacientes
nosotros al fin saber
lo que este nos depara
y desea esconder.



— (Sin título) —

Por un campo de trigo
yo respiro libertad,
el sabor de lo salvaje
Y el sentir del caminar.
El aullar de mis latidos
los llevo a este compás
del horizonte adormecido
con un bonito despertar.

Sansa


 — · —

Primero éramos un todo.
Creíamos que nada nos separaría.
Entonces llegó el calor.
Nos unió más estrechamente que nunca.
Pero,
empezamos a caer a un ritmo vertiginoso.
Podíamos ver el horizonte y
pensamos que nunca nos alcanzaría.
Nos equivocamos por segunda vez.
Llegamos al suelo con una explosión
que nos partió en mil pedazos.
Entonces llegó el calor.
Y empezamos a subir otra vez.
Pero en todo ese mar de gotas
no te pude volver a encontrar.

— El ciclo de la lluvia —


18 comentarios:


  1. Interesantísima la propuesta,y los textos muy logrados todos! Mucho nivel sin duda. He disfrutado mucho de la lectura.
    Me detendré en tu poema porque justo acababa de leer la respuesta que dejaste a mi comentario sobre la rima, y veo aquí que este poema no la tiene y me encanta leerte en este registro! Muy bueno, muy acorde a lo que también comentaste de mi última entrada, que quizás el mensaje es tan subjetivo que requiere más de una lectura,para regodearse con las palabras escritas.
    Este poema tuyo me parece brillante, es una alegoría a mi entender,de todo esta parálisis que estamos viviendo, este horizonte quieto e inmóvil que parece no acabar más.
    Es tan vasto ese espacio que no tiene fin.
    Me encantó leerte.
    Sin duda una excelente entrada!
    Un abrazo.

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    1. Es tal cual lo has dicho, tu interpretación =) salpicado con otras cosas, pero el significado base que me gustaría que llegase es el tuyo =)

      Releyendo ese comentario por cierto me he dado cuenta de expresé algo justo al revés de cómo quería. Aprecio más el ritmo, la rima es la que quiero usar con más cautela ;)

      Muchas gracias por tus palabras Luna =) Un abrazo!

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  2. Wherynn: como caer en una balsa... Me habrás dicho que no te has puesto a hilar el ritmo exacto con la letra como otras veces, pero, mal que te pese por aquello de meterse al "género optimista", te ha quedado bordao =) el quipo que hacen la música y texto es tan íntimo que la escena te rodea según sigues leyendo.

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  3. Pili: dentro de su oscuro tna vasto, el texto es brillante. Parece que lleva en dirección contraria a la música, hacen una extraña pareja. Pero horizontes hay tantos... y que vayan cambiando según nos movamos.

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  4. Chechu: me encanta =) años hemos navegado, y barcos y cañones quedan aún. Leer esto me lleva unos cuantos años atrás. Buenos años ;) Brindis de ron, por esos horizontes de los que venimos y por los que vendrán!

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    1. La madera de los barcos envejece al sol de los días navegando, pero no se olvidan de los puertos donde han recalado :)
      Ha sido una sorpresa muy bonita la invitación a participar, y me alegro de que el poema guste!
      Postdata: se rompe la rima y el ritmo a medida que me rompía yo al escribirlo jajaja

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  5. Aida: qué pasada =) Además me pusé la canción desde el principio y me ha durado exactamente lo que me duró la lectura (¿lo has hecho a propósito?). Me recuerda algo a Niebla de Unamuno, cuando el personaje va mirando a su alrededor, sacándole jugo a todo y decidiendo y arrepintiéndose según avanza. Así tenía que ser la vida =)

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  6. Palo: me encanta el texto... no sólo en lo estético, da que pensar sobre el contraste de la felicidad pequeña y real con la ambición, con la simpleza o con el futuro. El día que puedas volver a sacarle a esto más tiempo... es un orgullo leerte =)

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  7. Julia: una prueba de que lo simple puede ser tan bello como lo rebuscado =) Hablas de cosas que nos resultan tan naturales que es leer y llegar al pico del Viar. Y a quien no le resulte tan natural, le estás abriendo una ventana a un mundo precioso en sus detalles. Solo te digo otra cosa: mañana arrancamos para allá ;)

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  8. Gadia: me ha gustado mucho tu entrada =) Hay que ser valiente para escribir así. Yo al menos cuando escribo solo me atrevo a ser transparente sobre lo que me rodea, pero escondo en metáforas, a veces imposibles, lo que llevo más dentro. Ese ejercicio de "esta soy, esto es lo que llevo dentro, ahora es tuyo" tiene mucho valor.

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  9. David: me ha encantado =) cómo lo has narrado, y también el mensaje cristalino y trasversal. La forma correcta de vivir, y la de escribir, que en esencia son la mismo, pero únicas para cada persona. Y me gusta mucho como el poema salta de lo tangible a lo íntimo aquí:

    "Puentes de madera sobre ríos de barro y piedra rugosa bajo terreno nevado.
    Tal vez yo quiera caminar, caer y pavimentar mi propio día.
    Tal vez yo desee explorar, descubrir y malcriar mi propia noche."

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  10. Irene: bienvenida a la poesía! Me han gustado mucho =) La belleza del momento frente a lo que ya no existé y lo que se impacienta en existir, y la libertad y euforia de la naturaleza sencilla. Espero que le cojas el gusto y no abandones el género. Tienen de bueno los poemas que no se tardan meses en escribir uno, como las novelas... normalmente ;)

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  11. Sansa: Me gusta mucho el poema, y me gusta más el final =) Cuando lees el título, los versos encajan perfectamente en una realidad. Antes de leerlo en cambio, hay tantas cosas en la vida con el mismo ciclo... te lleva a sitios muy dispares ;)

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  12. A mí también me ha gustado mucho la propuesta y el resultado! Muchas gracias por animarnos. Todos han quedado muy inspiradores ��

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  13. Un placer haber escrito junto a todos vosotros, ¡tanto al dueño de este blog como al resto de escritores! Compartiendo algo como una simple canción hemos sacado cosas muy distintas y, de alguna manera, similares.

    Así Wherynn tiene un toque descriptivo que me transporta a otro lugar. Pilar me enseña que también es en los horizontes donde nacen las tormentas. Aida me habla de lo que todos nosotros hemos querido hacer alguna vez, con una historia con tintes de crítica social. Paloma me lleva a una parte de este país que vive acorde a otras reglas, con otro ritmo, y Julia a una Asturias que está donde siempre ha estado pero sin renunciar a lo nuevo. Licaón me transmite que, en estos tiempos que corren, debemos dominar nuestro presente y luchar por nuestros sueños. Gadía me habla de lo que ha sido la realidad de muchas personas en este país y David de cómo la inspiración y el aprendizaje mora en las personas que nos rodean. Irene escribe sobre dos momentos distintos pero con un misma misma intención. Sansa de cómo las cosas, aunque vuelvan aparentemente al lugar de origen, no necesariamente se solucionan.

    ¡O, al menos, esto es lo que he sentido yo al leerlos! Un saludo a todos, ¡y buena suerte con vuestros escritos!

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    1. En lo que a mí respecta, amén a esa morarelja ;)

      Me alegro mucho de que te haya gustado el tema =)

      ¡Un abrazo!

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