sábado, 24 de octubre de 2020

Abismo imitado

 
No hay poesía orillada
a las simas de la contradicción opaca.
No alcanza el alma
sino a agazaparse, desmoronarse de arena lánguida
y extirpada de alegatos.
Malversa el cuerpo las huídas,
la patada, el suicidio, la caricia,
acaso el propio abandono,
sumido en la corrosión implacable
de la carencia.
Pretenden los labios
decirse, mas se agolpan extintos
los conatos de auxilio
en su garganta inundada
de eternas deidades.
Solo aciertan los ojos
a cerrarse. A rescatar en silencio 
paciente de su abismo imitado
las oscuras extremidades dispuestas
a abrazar
la victoria del fracaso irremediable.
 


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lunes, 24 de agosto de 2020

Topos y águilas

 


Se puso a nuestro alcance el umbral
de cada balcón en el planeta,
mas permanecen los ojos igual
de locales, cegados al reverso
del vistazo inabarcable.
Consiste la cura de los párpados
en la costumbre, el refugio, la renuncia
a los cien pájaros, con la mano
guareciendo el pecho velado.
Y así es que la vista se entrena
en imaginar los matices de la sombra
proyectada por nuestras alas plegadas.
 
Ya no guardo ínfulas de águila,
pero tampoco cavaré madrigueras
entre las esperas
de mis gusanos y serpientes. 


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lunes, 6 de julio de 2020

No hay fronteras


Sí que he visto barcos quedarse
anclados frente a la respiración
amenazante de lo eterno,
o acaso ante el bramido
colérico de la muerte.
Sí que he visto montañas enhiestas
como cipreses, tercas
como el tiempo mismo
desbaratar la mirada
de lo próximo,  con su escarpado 
alegato inapelable.
Sí que he visto palabras
esconderse, brazos amedrentados
en la guarida de su torso,
labios lacrados y vistas
de reojo.
Sí que he visto líneas, y barrotes,
y cifras implacables, ebrias
de dicotomía, y he visto
acuerdos, desacuerdos y sesudas
enciclopedias y taxonomías.

Y también he visto sus nuevas ediciones.
Y desde alguna galera sin más
brújula que la ignorancia
he visto criaturas de alas
grises y hogar mudado
- que, solo imagino,
alcanzan a verme -
llover de duda
las respuestas marchitas.

Solo he visto fronteras
trazadas en el artificio
de demiurgos domésticos.


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martes, 9 de junio de 2020

Cae la noche antes


Cae la noche antes de que caiga.
Agoniza el aliento amarrado
al Olimpo ínfimo que mana
de la ausencia inefable, tomado
por los dioses de cicuta
que no se supieron soplido
entre la maleza de tus rezos.

Cae la noche antes,                     
                                        muere el día en su retiro
                     de párpados.


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viernes, 5 de junio de 2020

Hacienda somos todos, pero unos más que otros


Tan pronto como arrancan sus andares
otea a su derecha y a su izquierda
buscando...pues no sé... ¿quizá vulgares
tobillos a la vista? Y no concuerda,
pardiez, tan orondo desatino
–¡salaz como todo hijo de vecino!–
en forma con su aspecto de aguafiestas,
o en fondo con sus ansias presupuestas...
Y en estas que se gira, confirmada
la apuesta con respecto a su motivo:
¡Qué mirada a un bajo-falda! ¡Vaya vivo!
¡Qué cabeza sin remor descoyuntada!


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martes, 2 de junio de 2020

Woolless sheeps


You better watch out
when the bonfire of candles
is lighted up.
You better watch out
when the hurricane of whistles
crash your walls,
blow your clothes
to the last piece of truth,
and topple every smoke
pretending to be a cloud.
You better watch out
when the many woolless sheeps,
tied in their blood,
bite at once
the wolves without hideout.


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domingo, 24 de mayo de 2020

Anestesia


Hoy quiero dormirme tinta,
mudar de poeta a verso,
ser idea y no saberme
pensado. Fundirme
en el siempre de quien no conoce
más lengua que la propia.
Hoy quiero dormirme liso
en algún cuaderno, ilegible
entre las tapas cerradas
salvo para mis propios
microbios.

Hoy quiero ser velado
por mi escritor esquivo.


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miércoles, 20 de mayo de 2020

Horizontes



Wherynn  y yo hemos escogido una canción y una palabra: la banda sonora de Il postino y la palabra "horizontes". Y hemos propuesto a conocidos nuestros crear algo con lo que sea que le sugiera esta pareja de elementos. Una reflexión, un poema, una historia, una pintura, otra canción... cualquier cosa. Unicamente por el gusto de hacerlo y por la curiosidad de comprobar qué han hecho otras personas sobre la misma base.

Lanzamos esto hace unas tres semanas y aquí os dejo lo que recibimos hasta ahora. Sé que hay personas que han empezado algo, que puede que llegue a terminarse o puede que no. Si llegan cosas nuevas, editaré esta entrada con ellas. Esto es también una invitación abierta a cualquiera que lea este texto y le apetezca subirse al carro =)  Incluiré en la entrada cualquier contenido nuevo, llegue cuando llegue.

A continuación os dejo la canción mencionada. Puesto que todos la hemos utilizado, os aconsejo que estéis escuchándola mientras leéis las distintas piezas =)


Índice de autores

  1.     Wherynn
  2.     Pilar Álvarez
  3.     Jesus Burgos Lobo
  4.     Aida Asgaya
  5.     Paloma Fernández
  6.     Julia Irene González
  7.     Licaón
  8.     Gadía
  9.     David Sánchez
  10.     Irene Martín
  11.     Sansa

Wherynn

Conoce más sobre Wherynn en su blog  Towards the Truth

— Horizons —

Un lienzo en blanco en una villa frente al mar. El pintor coge su paleta y todo comienza a fluir. Los primeros colores convierten el monocromatismo blanco en el inicio de una obra de arte. El sonido de las gaviotas, los barcos que arriban a puerto y la risa de los niños que juegan en la plaza es la banda sonora de aquel día, tan pintoresco como el anterior. Es verano, la brisa marina humedece el cuadro que va cobrando vida bajo los ágiles dedos del artista. La mirada perdida en el horizonte, plasmando cuanto sus ojos ven. Las tonalidades turquesa y aguamarina conforman un mar en calma. La espuma de las olas llega hasta la cala, rodeada de rocas grisáceas que reflejan el sol. Cubriendo parcialmente el espectacular océano que refleja el cielo despejado aparecen unas flores rosas, carmesí, blancas, azules, púrpura y amarillas que poco a poco convierten la parte más cercana del cuadro en una terraza. Un tiesto, una bicicleta cuya cesta está repleta de flores y un bizcocho completan la escena. Una merienda estival. El artista sonríe mientras su esposa le tiende una taza de té y se abrazan contemplando el horizonte mientras cae la noche despejada y estrellada.

Pilar Álvarez

— (Sin título) — 

Era una nube negra, negra oscura. No como la sombra del ciprés atormentado por un viento gélido de Luna. Era negra, negra pura. Era un devenir de proyectos inconclusos, de barreras cerradas, de tristezas, de dudas. De golpes fuertes y coágulos oscuros bajo la piel desnuda. Era la suma de los negros, negra oscura. Era un vacío lleno de añoranzas, de ausencias palpables. Era una soledad obtusa.



Jesús Burgos Lobo


—  Años hemos navegado —

Años hemos navegado,
tantos mares, tantos puertos,
otrora tan inexpertos,
solo un boli y un papel.

Rimas, versos, indagamos,
otras pieles, mismos sueños,
de horizontes fuimos dueños,
como torre de Babel.

Y los días que han pasado,
iluminan nuestras velas,
los poemas, centinelas
que hacen guardia en el bajel.

¡Y que crujan las cuadernas
por los años navegados!
Siempre fuimos bien guiados,
corazón: el timonel.

Y los días que quemamos...
¡Que hagan mutis por el foro!
Y yo jamás me demoro
en batalla dar cuartel.

Y que crujan ya las plumas,
que me hacen sentir vivo,
de soñar nunca me privo,
son mis presas oropel.

Años hemos navegado…

¡Años hemos navegado
con clamor que ruge al viento!
Feliz soy, feliz me siento,
mi pasión nunca he negado.

Escribimos a las musas,
y cañones respondieron,
libertad siempre nos dieron,
nunca pusimos escusas.

¿Horizontes a la vista?
De horizontes he llegado,
no me voy de ningún lado
sin antes pasar revista.

Años hemos navegado…
Mares, puertos, otros mares…

Años hemos navegado… casi… casi una vida,
y cuando el mar pida tributo,
cuando el mar lo suyo pida…
poemas, versos a raudales,
anécdotas de unos sabios,
que sin saber muy bien a dónde,
siempre,
siempre navegaban al horizonte.



Aida Asgaya

— Horizonte —

Me invade un sentimiento extraño, siempre el mismo sentimiento, siempre en el mismo momento, siempre en la fila del andén para subir al bus que se dirige hacia mi destino.

Estoy quieta, no quiero romper ni el aire con mis movimientos, siempre lo rompo.

Miro a mis acompañantes anónimos, una madre con su hija encabezan la fila. La niña está leyendo un cuento, uno de esos cuentos que todos nos sabemos y aún así seguimos leyendo, mi boca se retuerce en una mueca de disconformidad. Nunca me han gustado las historias donde el final esperado desde el inicio resulta el verdadero.  ¿Por qué? Me gusta el caos, el caos y la libertad, cuando leo y escribo otro final quiero rendir tributo a la inseguridad… Es como estar al borde de un acantilado y vivir los segundos antes de despeñarse, mucho mejor que el vivir feliz para siempre.

Tengo la sensación de que la madre estaría de acuerdo conmigo. Seguramente ella nunca fue (ni será) egoísta, eso es conducta de hombres, ella cuida de su hija, ella empuña un escudo de madera para enfrentarse a llamas de fuego de varios infiernos de varias décadas y de varios lugares, lo más duro de todo está por llegar… Ella debe enfrentarse al final del cuento que lee su hija y que ella conoce de memoria. Mientras tanto, esperan en la fila.

Los siguientes son un grupo de jóvenes amigos, hablan todos a la vez así que solo ellos se entienden. Una casa, un trabajo, un coche y si da tiempo amistad,  según crecemos creo que nos equivocamos enormemente a la hora de priorizar. El hogar son personas, ellos aún no saben que irán de la casa al trabajo sin conocer la tienda de la esquina del barrio, donde trabajará su amigo de antaño. Mientras tanto, esperan en la fila.

El autobús se prepara parece que llega la hora, tendría que ir corriendo en vez de en autobús, mejor, corriendo y saltando que se disparase la adrenalina por mis venas, no parar la carrera, correr hasta el final. ¿Final? ¿Qué final? Si allí no había final.

Viví tan intensamente esa fantasía, que el conductor me tuvo que llamar la atención tres veces preguntándome si era mi autobús y si me ayudaba con la maleta, mis acompañantes anónimos ya habían subido. Quizás sí que se me había disparado la adrenalina porque hice algo que las otras veces no había hecho, respondí sí.

Subí  sin saber que subía. A veces nos olvidamos de pensar y de sentir todo lo que hay a nuestro alrededor, a veces... El sol me ciega, el motor suena, sonrío, parece un nuevo horizonte porque lo que no os he dicho es que no conozco la parada de destino.



Paloma Fernández

— (Sin título) —

Una pareja baila. La música sigue sonando. Ella le mira y se sabe bella. Él se siente capaz de saltar, o no. En la escuela, en el libro de tapas duras no explicaban el lenguaje de los ojos. El niño pícaro los mira. La madre finge escuchar, pero solo oye los susurros que su hija le oculta. La espera fingiendo escuchar. El reloj corre y con su velocidad angustia a la hija y alivia a la madre. La gente habla por no callar. Ríen, bailan, beben. Es agosto. La noche es cálida. El pueblo vacío y silencioso observa la romería. No lo saben. Los habitantes del baile no lo saben. No saben qué es el horizonte. Nunca han escrito esa palabra. No saben que lleva h. Nunca  han pensado en su z ni en quién compuso la música que les acompaña. No saben que un día, el horizonte será otro vacío y solo… pero ellos sí saben destilar un momento de felicidad. La música ha dejado de sonar.




Julia Irene González

— (Sin título) —

Era un día criador en el que se podía ver crecer la hierba. Bernardo se limpió las gotas de sudor que perlaban su frente cuando llegó al alto de la finca. El sol estaba picón y el bochorno y las nubes presagiaban una gran tormenta, pero las vacas, los xatos y el toro pacían tranquilos. Todo estaba en orden. Bernardo dejó caer la vara y se sentó entre sus animales, oteando el negro horizonte recortado entre los picos de las montañas. Una luz rojiza teñía levemente los bordes de las torres, que avanzaban lentas pero inexorables. Bernardo se levantó y recogió la vara para emprender el camino de vuelta a casa, no sin antes tomar una foto del espectáculo meteorologico para poder compartirlo con su familia. Abrió el chat para enviar la imagen y sonrió complacido al leer de nuevo los mensajes de esa mañana. Llevaba muchos días sin sentirse tan feliz.

"MAÑANA ARRANCAMOS PARA ALLÁ💃💃💪💪

Sonrió de oreja a oreja mientras enviaba la imagen con un apunte.

"COMO SE NOTA QUE VENÍS MAÑANA. YA VERÉIS COMO EL TIEMPO NO NOS DEJA TRABAJAR🤣🤣"

El primer estruendo le llegó muy lejano. Guardó el móvil y apuró el paso para que el agua no lo pillara. El horizonte no podía ser más negro y Bernardo no podía estar más feliz.


Licaón

— Permanece —


Se han detenido las fábricas
de nubes. Nunca los ojos
supieron tan lejos, ni hallaron
 tan parados
el saludo de algún verano.
Los veo esconderse entre párpados
y horizontes inmóviles,
ajenos a los dientes
de león, al aire
que los nombra y aconseja.
Aletean algunos colmados
de ingravidez ingénua
del otro lado de la puerta,
donde aguarda
 el aroma 
imborrable de lo bisoño.

Supongo que no ayudan los barcos
varados,
pero la mar permanece
— con su palabra insistente —
tan suya y al alcance
de nuestro tiempo.


Gadía

—  Horizontes —

Pueden hablar de horizonte
y yo vislumbrar ninguno,
porque horizonte es presente,
pero también es futuro.

Puede ser aquel paisaje
que se forma al fusionar
el final azul del cielo
y el transparente del mar.

O pueden ser esos planes
con que pretendes crear
el mañana que imaginas
y que quieres alcanzar.

Si me refiero al paisaje,
casi siempre estará ahí.
Si me refiero al futuro,
ese aún está por venir.

Y teniendo en cuenta esto,
me dispongo ya a explicar,
porque no veo futuro,
aún sin dejar de mirar.

Me mudé hace dos meses
a una nueva ciudad,
buscando playa, buen clima,
y un nuevo comenzar.

Dejé atrás mi provincia,
y la dejé sin dudar:
allí yo estaba estancada
y no lograba avanzar.

Me marché con ilusiones
como poder trabajar,
ponerme a prueba a mí misma
y terminar de estudiar.

Pero no contaba yo
(supongo nadie lo hacía),
con que el coronavirus
nos iba a cambiar la vida

Se cerraron mil y un tiendas,
nos confinaron en casa.
El comenzar sí que es nuevo,
aunque no lo que esperaba.

Mi edificio tiene un ático.
A veces subo a pensar.
Y desde allí veo El Teide,
veo el cielo y veo el mar.

Veo claro ese horizonte,
sin mucho esfuerzo al mirar;
entrecerrados los ojos,
sintiendo el viento soplar.

Que no pueda ver el otro,
significa que no está…
O que aún no está creado,
pero se podría crear.

Pues como dijo Machado:
se hace camino al andar.
Tal vez también, paso a paso,
vea ese horizonte asomar.


David Sanchez

— De murallas y princesas —  

Como cada mañana, como cada noche, me volví a sentar en mi rincón de pensar.

Pensar en disfrutar, muy a mi pesar, me produce malestar...”



     – Esto es horrible, no tiene sentido –Dijo Dahlia mientras arrancaba la hoja y la tiraba por encima de su hombro. Suspiró y volvió a levantar la vista.

Desde las murallas del castillo podía observar el sol asomarse por encima de las montañas y bañar poco a poco con su luz el gran valle, una luz que dotaba de vida a todos por igual, campesinos, guardias, animales e incluso los propios árboles.

Todo en las tierras altas parecía abrazar con entusiasmo un nuevo día.

     – Ojalá yo abrazara con esa facilidad la inspiración –Volvió a susurrar Dahlia para nadie en particular.

     – ¡Mi señora! –Gritó alguien desde abajo –No debería estar sentada ahí con los pies colgando, podría caerse.

Dahlia echó un vistazo al guardia que había abajo, el gran portón al patio estaba abierto y el habitual trasiego de carros ya estaba empezando.

     – No se preocupe Daven –la princesa sonrió mientras se inclinaba hacia delante y sujetaba su pelo rojizo para que no le tapara la cara- Una caída de ocho metros es tal vez lo más apasionante que podría pasarme, y con mi suerte, seguro que aterrizaría sobre uno de los carros llenos de forraje para los caballos.

Se encogió de hombros, le mostró una medio sonrisa al guardia y siguió escribiendo. Daven suspiró y volvió a hablar con los campesinos que entraban al patio del castillo.

Dahlia esgrimió durante largos minutos la pluma por encima del papel, amagando escribir las primeras letras de algo que aún no había nacido en su mente.

     – ¿Hoy tampoco, princesa? –Dijo Daven desde abajo.

     – Hoy tampoco, guardia –Contestó ella resoplando. El anciano guardia le sonrió.

     – Paciencia mi señora, la inspiración acabará llegando tarde o temprano. Hasta el peor de los poetas ha tenido un buen momento, y hasta el mejor de los panaderos ha quemado un bollo de pan.

Dalia levantó una ceja, apuntó algo en una nueva hoja y miró debajo de nuevo.

     – ¿Dónde has leído eso? Ha sonado bastante bien.

     – Me lo he inventado –Contestó él- O tal vez no –Añadió burlón.

     – He hablado contigo las suficientes veces para saber que esa es una obra tuya –La princesa hizo una pausa, observó su papel y finalmente preguntó- Dime Daven, ¿qué crees que inspira a un poeta, a un escritor, a un escultor, a crear una obra?

     – Esa es una pregunta demasiado compleja, princesa.

     – Tal vez sea una pregunta demasiado compleja con una respuesta demasiado simple, Daven –Dahlia señaló con la pluma al hombre- Pero en realidad los adultos adoráis hacer respuestas complejas a preguntas simples.

El guardia soltó una carcajada.

     – ¿No cree que hay inspiración en todo? Desde el pastor que cuida de sus ovejas, a la poetisa que peina cada noche los cabellos de la luna con sus palabras. Todos comparten algo en común, y es algo tan simple como difícil de explicar.

Dahlia se quedó en silencio, añadió algo más a su hoja y miró a las montañas.

     – Desde que Enna se fue, subo aquí y contemplo lo mismo que ella contemplaba, escribo donde ella escribía. Sin embargo, lo que escribo sigue siendo un desastre.

     – ¿Usted cree que el pastor se inspira con la misma luna que la poetisa? –Dijo el anciano guardia mientras negaba con la cabeza – El pastor teme la noche, pues los lobos pueden llevarse a sus ovejas. Y la poetisa odia el día, pues el trasiego y el ruido la desconcentran. Enna vio algo ahí donde está, usted puede que no vea nada. Los caminos de otros no son nuestros caminos, y los amantes que siguen un mismo camino, es porque en algún momento se encontraron en un cruce –Se giró y señaló las grandes montañas- Yo veo un límite allí, otros ven una meta.

Volvió a mirar a la Dahlia.

     – ¿Qué ve usted en el horizonte, princesa? –Dijo antes de darse la vuelta y seguir con sus labores.

Dahlia pasó la mirada del guardia a las montañas y se quedó reflexionando durante un largo rato. Pasó la mirada por todo el valle observando a cada mujer, hombre, niño, animal, y detalle del gran paisaje. Luego volvió a mirar a las montañas.

     – No veo una princesa -Tras varios minutos, arrancó la hoja y empezó a escribir.



Tal vez el terreno nunca tuvo la culpa de hacerme resbalar, si no que fui yo la que se obligó a caminar.

Tal vez las palabras más simples son las respuestas a las preguntas más complejas.

Tal vez la aventura está en el lugar del que te alejas, y las grandes historias de otros solo sean un paraíso con rejas.

¿Por qué debo caminar con firmeza sobre un terreno que ha recorrido otro?

Si cada montaña puede ser un nuevo lugar desde el que ver la mañana,

Si un reproche es lo único que me separa de la mejor noche,

¿Y si el sol y la luna simplemente se persiguen como dos amantes locos que nunca han mirado atrás?

Puentes de madera sobre ríos de barro y piedra rugosa bajo terreno nevado.

Tal vez yo quiera caminar, caer y pavimentar mi propio día

Tal vez yo desee explorar, descubrir y malcriar mi propia noche”

Dahlia levantó los ojos, observó las montañas, después a Daven y finalmente su papel.

“Tal vez cada horizonte solo sea un nuevo lugar desde donde soñar, cada persona un lugar desde donde saltar.

Y cada paso en el camino, un momento para recordar


Irene Martín


Conoce la novela de Irene, 2053: Los secretos de la muerte quedan revelados

— Instante —

 Aquí llega el ahora
para el momento embellecer
y se convierte en pasado
oculto en atardecer.
Sus pisadas las seguimos
conservando en nuestro ser
y en el horizonte, el futuro
deseando resolver
las respuestas que el instante
no te puede aclarecer.
Esperaremos impacientes
nosotros al fin saber
lo que este nos depara
y desea esconder.



— (Sin título) —

Por un campo de trigo
yo respiro libertad,
el sabor de lo salvaje
Y el sentir del caminar.
El aullar de mis latidos
los llevo a este compás
del horizonte adormecido
con un bonito despertar.

Sansa


 — · —

Primero éramos un todo.
Creíamos que nada nos separaría.
Entonces llegó el calor.
Nos unió más estrechamente que nunca.
Pero,
empezamos a caer a un ritmo vertiginoso.
Podíamos ver el horizonte y
pensamos que nunca nos alcanzaría.
Nos equivocamos por segunda vez.
Llegamos al suelo con una explosión
que nos partió en mil pedazos.
Entonces llegó el calor.
Y empezamos a subir otra vez.
Pero en todo ese mar de gotas
no te pude volver a encontrar.

— El ciclo de la lluvia —


domingo, 17 de mayo de 2020

No hay son rimado en tierra


No cesan las andanadas.
No arrían los bucaneros
sus velas ensangrentadas.
No admiten en sus veleros
silencios de los morteros
ni espadas inmaculadas,
con las vainas deshonradas
por sus vírgenes aceros.

No hay paz de filibusteros.
No hay tregua que no desista
ni pacto sin agujeros.
No hace el parche buena vista,
sino herida que se enquista
de imprevisto y de derrota
por infames de alma rota,
colofón que no se avista.
 
Mas...

No hay tesoro si no hay pista.
No hay secreto si no hay guerra,
ni guerra si no hay conquista.
Ni hay un nombre que persista
sin la carne que lo encierra
al olvido del coplista.

Y no hay son rimado en tierra.


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domingo, 3 de mayo de 2020

Deberías haberte llamado Paula



Siempre elegiste mantenerte efímera frente a la bella quietud inmortal. Siempre sonreíste el árbol que así te lo pidió. Siempre tuviste esa ruedecilla para modular el volumen de tus huellas, ligeras en un bosque de otoño, con eco entre la ausencia contagiosa. Siempre parecieron tus miradas mojadas. Como si quisieses que te abrazase con una toalla. Como si pudieses manar un estanque de peces y tuviésemos branquias. Siempre supiste despoblar cualquier plan de certezas, y rellenar los huecos de ingravidez recóndita, de oxígeno, de moras ácidas de dos colores, de juguetes de madera, de carne y hueso, de savia y silencio, de poesía y prosa. Siempre oliste a mar, hasta para mis narices cortas de miras. Siempre estuviste desnuda. Siempre supiste desvestirme.

Siempre te compuse todos mis acrósticos. Deberías haberte llamado Paula. Siempre te alejas como llegaste, galopando, con tu irrealidad impertinente.


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sábado, 25 de abril de 2020

Pensamiento confinado



Alborea indolente antes que empieza
un traspiés de perjucio paulatino,
un revés, un paciente desatino,
un veneno imbuído de certeza.

Rebosando retórica franqueza,
puebla infame este páramo cetrino
con pretérito ayuno de destino
y futuro que a penas se endereza.

Vana vista si asoma los abismos
 que en sí mismos no asertan el estrago
si el incierto reciente no claudica.

Vana psique mudada a los guarismos
y aún así se guarece del halago
que el canalla presente nos dedica.


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Instrucciones



Paso 1: 
A UNA PIEDRA SUELTA


Voy a hacer un poema
a una piedra suelta.
Voy a hacer un poema
y va a representar
un grito en cada revuelta,
un alivio a cada dilema,
porque soy asín de listo,
y de guapo, y de artista,
y de jefe de esta pista,
y de vicio te hago un pisto.

Voy a hacer un poema,
porque hago cosas
de poeta,
porque tengo repleta
la bragueta de intenciones
líricas y honrosas,
porque se me caen los canciones
de un estético agujero
de los pantalones,
y manejo las redes sociales
para esparcer mis heces únicas
que no ahogo en pañales,
sino engalano en túnicas
y les preparo un taburete
de oro,
para que reinen misericordes
a las cacas del retrete
y a sus culos monocordes
a coro.

Voy a hacer un poema
a una piedra suelta
cuya forma y tacto me elude,
pues con mis manos repletas de arte,
ni agarrarla pude.


Paso 2:
LO QUE SIEMPRE QUISE

Pintiruelas de lánguidos colores
reperrintan cositas encarnadas.
¡Ay lambadas! ¿Ya osan las bandadas
de pinceles glutir los interiores?

Y por ende, sin remor faltan predores
sin rubores o rumor de campanadas,
ni empanadas, ni melifluas pimparradas
infestadas de güingues roedores.

¡Qué difícil, qué terso, qué milista!
¡Qué pamplinte de artista, vaya panda!
¡Ni camina ni anda el azorista!

Más no hay cando de flores si en Uganda
Micky Mocky persiste en su simplista
y alavista acopio de lavanda.

Paso 3:

Aquel prolijo lector capaz de abrirse paso entre estas complejas metádoras, le aconsejo encarecidamente regresar al paso 1.

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