lunes, 21 de enero de 2019

Anuncios de colonia



Ahora sí, desde luego, cuenta usted con mi voto.

¡Por retar al enemigo!
Y (des)hacer lo que sea
que seguramente no
haya (des)hecho el enemigo.

Por haber rebuscado
de entre todas las palabras
las más bonitas del mundo
- supongo que por eso las usa
de respuesta a cualquier pregunta -.

Porque es usted tan moderado...
y el cambio, y la reconquista,
y el genio malabarista
que defiende mis fronteras
de panteras y trapecistas,
de hippies con riñoneras,
de fascistas neo-comunistas
y turistas sin sus carteras.

Por su esfuerzo tan notorio
en llenar mi sencilla oreja
de verdad sin envoltorios,
de avalorios y accesorios
para mi moral uniceja,
que si usted me la corteja
con canciones de bandera,
terroristas, subvenciones
y de brujas a la hoguera,
bajaré mis pantalones
a la altura de mis co...nvicciones,
y saldrán de mis calzoncillos
al son de sus estribillos
papeletas a borbotones
hasta que le hagamos ganar
- aunque salgan de los rincones
que utilizo para ca...talogar -.

Ay, Jesús...

Disculpe si me he excedido
con mi rimar destartalado.
De por normal comedido
quizá me haya exaltado
poseído de su argumento,
que me lo enuncia en un momento
tan delicado...
con las líneas divisorias
y las glorias del pasado,
con fugados futbolistas
y un artista descocado,
y algún banco en bancarrota,
y quizá alguna derrota
en que usted ya no me insiste,
pues ni loco se resiste
a que se me pase el susto.
Y por eso me disgusto.
Y es que cuando todo apesta,
me molesta, me endemonia,
que algunos aún no compren
sus anuncios
de colonia.


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viernes, 18 de enero de 2019

En la niebla



No acierto a reconocer como nuestra la región de mis anhelos que orquestas y personificas. Te adivino propia en lo más profundo, cierto y oscuro de los pozos tan dispares en que nos hemos deslizado, pero ajena en el diálogo - exiguo pero repleto -  con el que eliges alcanzarme.

No deseo ni soy capaz de rechazarte cuando escoges que te acepte. Cultivas y sacias efímeramente una sed de la que soy perenne consciente. Me abandono, sin fisuras o pliegues, a exprimir cada segundo compartido, incluso obviando - inusualmente - la certeza de tu fugacidad irremediable. La añoranza no tiene cabida. Las preguntas vendrán más tarde. Las preguntas vendrán ahora. ¿Dónde estás? ¿Por qué eres? ¿Qué propones que soy? ¿Cuándo sueñas?

Más allá de tu intención - que aún presumiré como mía - es la primera vez que rescato de este océano de incógnitas la que ahora nos expongo: ¿Debería, acaso, corresponderte?  ¿Debería desbaratar el dogma de tus modos, para tratar de advertir si acaso es que expiamos diferentes conciencias en un mismo rincón nocturno?

Pienso que esto no es más que un sutil y prudente paso hacia la locura. Pero se me escapa - en el sentido más literal posible - en qué lugar nos coloca eso.

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miércoles, 16 de enero de 2019

La maldición del dragón



Alborea un fragor involuntario,
un vocablo de fe desdibujada,
repentino, una infame desbandada
reencarnada en estrépito incendiario.

Alumbrando un ardor tan temerario,
la garganta vencida y descarnada
que inspirando temor con su andanada
enmascara su indómito calvario.

Se debate el dragón incomprendido
entre el caos de lo propio o de lo ajeno
desatado en su aliento sanguinario.

Y a la ausencia del grito proferido
fluye el magma abrasante hacia su seno,
sucumbiendo en secreto de sumario.


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