viernes, 28 de junio de 2019

Opiniones


Hace tiempo que no discuto
con ninguna piedra,
pues me estimo pobre de millones
de años con que gastarla a gritos.

Así me mudé a las faldas
de las montañas más pulidas
- siempre tan resonantes
con todos mis argumentos -
para derramar mis leves lapsos
en el océano convencido.

Por una suerte de gravedad, se vino
una roca a estampar
contra mi frente, y supe
advertir mi sangre donde ella
protesta - ahora - mellada.


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4 comentarios:

  1. Ay, se dice que siempre tropezamos con la misma piedra no?
    A veces, nos resistimos a abandonar la cabezonería.
    Me gustó mucho tu poema!
    Un abrazo!

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    Respuestas
    1. Cierto =) Aunque también hay piedras que merece la pena tallar tras suficientes tropiezos, es un equilibrio difícil ;)

      Gracias por tu comentario Luna, ¡un abrazo!

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  2. Deja el poema una intriga enorme.

    Besos.

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