Tan pronto como arrancan sus andares
otea a su derecha y a su izquierda
buscando...pues no sé... ¿quizá vulgares
tobillos a la vista? Y no concuerda,
pardiez, tan orondo desatino
–¡salaz como todo hijo de vecino!–
en forma con su aspecto de aguafiestas,
o en fondo con sus ansias presupuestas...
Y en estas que se gira, confirmada
la apuesta con respecto a su motivo:
¡Qué mirada a un bajo-falda! ¡Vaya vivo!
¡Qué cabeza sin remor descoyuntada!
Es cierto lo que has dicho, unos mas que otros. Y siempre los mismos.
ResponderEliminarBesos enormes.
En hacienda y en la vida ;) Gracias María,
EliminarUn abrazo!
Me encantó tu poema, con la fina ironía del símil.
ResponderEliminarEs verdad que hacienda somos unos más que otros.
Sin duda la descripción de un rancio personaje en la calle.
Muy bueno!
Un abrazo.
Muchas gracias Luna =) Todos tenemos nuestra parte rancia dentro. Pienso que trasciende lo que decidimos hacer con ella ;)
EliminarUn abrazo!
Magnífica riqueza en tu pluma en esta irónica protesta…
ResponderEliminarUna contundente realidad.
Abrazo grande, y muy feliz finde, querido amigo.
Muchas gracias Ginebra =) Contundente es la palabra, y trasversal.
EliminarUn abrazo!