No mata nuestra lluvia,
porque es lluvia.
Pero a veces la Dama Ciega
resentida y anciana cede
su venda a la indemne Parca,
y el mismo cielo que llora
con agua rasgada de ausencias,
y el mismo cielo que riega
mi pluma con voces ajenas,
derrama voraces venenos
sobre alientos desamparados.
Sangro mi tinta harapienta
de palabra imberbe y hendida
sobre aquellas bípedas nubes,
infectas en la propia hojalata
que sus borrascas esparcen.
Mas no les mata la tinta,
porque no viven.
Hola! Vengo a agradecer el comentario que me dejaste en el blog. Muchas gracias! Bienvenido!
ResponderEliminarTu espacio también es muy interesante!
Nos leemos!
Un saludo!
Gracias Luna, un abrazo y bienvenida =)
ResponderEliminarA veces la palabra daña
ResponderEliminarpero su ausencia tambien cala.
El mundo mira hacia otro lado
y lo llevara por siempre en la solapa.
Voces ahogadas que no piden.
Solo buscan los justo y humano.
Mi abraz☆ y griTo
Tan ahogadas y humanas como engañosamente lejanas. Es esa una solapa que parece esfumarse en un eco, porque es el mundo quien la lleva y no nuestro horizonte. Pero el mundo es uno, y es el nuestro.
ResponderEliminarGracias y un abrazo Athenea