En patíbulo de inánimes testigos
se agiganta la reina en su colmena,
pues atruena el silencio en la condena
que subasta entre digos y desdigos.
Las famélicas almas de mendigos
se atiborran del canto de sirena,
alabanza a un festín de enhorabuena
donde se hunden conformes los ombligos.
Moradores oriundos de calvarios,
reconocen con hábito anodino
sus espaldas surcadas por azotes.
Y averiguan, medrosos presidiarios,
que truncaron la enmienda a su destino
abrazando advertidos sus barrotes.
Hola! Mira que soy reacia a las rimas,pero,he de reconocer,que tu poema es muy bello, duro y tremendo,no pude parar hasta la última palabra.
ResponderEliminarMuy bueno! Un abrazo!
Pues me llega un gran halago si no te gusta este tipo de poesía =)
ResponderEliminarMuchas gracias Luna, también por volver
¡un abrazo!
Los silencios atruenan
ResponderEliminarabrazan, enmiendan...
Los silencios culpan
acusan, condenan...
Y sanan...
También sanan
y abrigan de los sentimientos
la nobleza indemne como reina.
Mi abraz☆
Pd. Vengo a agradecer tu huella en Isla y conocer_t.
Interesante espacio.
Gracias por traer hasta aquí palabras tan atentas entre tantos silencios =)
ResponderEliminarUn abrazo Athenea, bienvenida