Y aquí estoy, como cada día de mi vida,
agazapado frente a tu ausencia,
hundiendo una pluma inexperta
en mi cuaderno de arena.
El viento, el agua, las pisadas,
desfiguran los surcos trazados
con su anunciado manto
de infalible olvido.
Por suerte - de vez en cuando -
tropiezo con la solidez
de cierto trozo de madera
que ajeno al tiempo, flota,
incorrupto y a la deriva.
Espero que no tardes mucho
en encontrar al fin mis palabras
porque me temo
que sólo las seguiré tallando
hasta que muera.