La
intención es vana;
la
fuerza, efímera;
la
razón, disparatada;
la
esperanza, una cárcel
cuyos
negros barrotes,
estrechos
e insultantes,
muestran
un allá inalcanzable,
un
recuerdo inolvidable;
la
distancia, un tenaz veneno;
el
tiempo, un engaño infinito,
un
presente eterno y vacío
que
devora el futuro
para
enterrar el pasado;
la luz,
opaca;
el
espacio, denso, desigual;
la
lluvia, lo único que seca,
lo único
que queda;
el
sentimiento es áspero,
casi
puntiagudo,
es un
cristal engañoso
del color
de las rosas,
del
color de la sangre;
el
sentimiento es el caos,
mas el
único sentido;
es la
estrella en cada noche
que
Morfeo fue abatido,
el
reproche de un fantoche,
que
aunque hiriente y malherido,
te
recuerda en un latido
qué es
la muerte y dónde hay vida,
que aun
fingida y abatida
e
infalible hacia el olvido
brilla
el trecho recorrido
en que
vive compartida.
Mas la
vida…
unas
cuatro líneas
cortadas
sin piedad, sin orden,
que
apenas roban algo
de su blanco a la cuartilla.
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