domingo, 10 de diciembre de 2017

Viernes


Lunes.
Aterrizo de pronto, con los pies
descalzos y las manos repletas.
Tropiezo, y ruedo de piedra
en piedra, hasta dar
con la correcta.
Es mi día paleolítico.
Sobrevivo en recolectas,
y hasta intento cazar
asiéndome a toda
rama, zarza o espino
para alzarme seguro
cuando las bestias
pueden conmigo.

Martes.
Abandono mi piedra
con una muesca en la mano
- que, si somos honestos,
no descubrí entonces -.
Monto mi fuerte
inexpugnable, donde aprendo
a sembrar y a caminar
en el suelo helado.
Al zanjar la empalizada
comienzo a escuchar palabras
que vienen de afuera,
o quizá de algún lugar
entre mis propias raíces.

Miércoles.
Tallo una puerta
en mi fuerte más amable,
y la dejo abierta,
y entro, y salgo,
sin que el marco se gaste.
El gesto da al lugar
la acústica necesaria
para que toda palabra resuene,
y me descubro respondiendo
en lenguajes ya olvidados
a cada brizna en la hierba,
a cada soplo en el viento,
a cada eco en los ocasos.
Resulta la muesca en mi mano
una fantástica brújula
para no perderme
ninguna aventura.

Jueves.
Me llevo la mano al pecho
en un despiste novato,
pues de inmediato
me quedo anegado
de su propiedad magnética.
Comienzo a andar de lado,
mirando siempre al norte,
lo que en suelo de hielo
se traduce en chichones.

V...
Cojo carrerilla,
doy un salto y alcanzo
el norte.
Comprendo enseguida que no
son suficientes mis piernas
para volver
a cualquier otro sitio.
Y mientras doy un sorbito
me pregunto si mueren
de sed los imanes
cuando se agota el agua
en su polo magnético.

Sábado.
Cuando más se espera la nieve,
llovió. A cántaros.
Me arrastra la riada
en su confusa vorágine
de ruina y adioses.
Me doy de bruces,
contra mi fuerte,
que luce aún intacto
pero con aire aturdido.
Como si la tromba de agua
hubiese intercambiado
la madera y la ceniza.
Como si mis pocas ventanas
fuesen a dar de pronto
al balcón de algún vecino
en algún país remoto.

Domingo.
Está por llegar
este día, pero no espero
de él gran cosa.
Nunca supo el domingo
ser moraleja adecuada.
De lo contrario
- y por fortuna -
jamás cabría escribir
más que en la primera
de las primeras semanas.

Lunes...


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2 comentarios:

  1. Cualquiera de los días saben a festivo con tus versos… Esos en los que festejar cada letra cual emoción sentida…

    Un placer, querido amigo… Bello y original. Y la imagen, me encanta; tiene duende…

    Bsoss enormes, y feliz noche.

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