jueves, 2 de febrero de 2017

Maese tontolaba



Me dirijo a usted, maese tontolaba,
erudito excelso en la alquimia
que transforma la forma cuidada
en redención de cualquier pecado.

Me dirijo a usted, borrego empecinado,
aquejado y corroído
de incivismo imperdonable.
Pudiera ser que mi pluma
otrora púdica y recta
se haya empapado en frascos
de vulgar y tóxica tinta,
licuada sin duda alguna
de aquella cloaca en que expela
el demonio más indigesto.

Me dirijo a usted, peinapiedras peripuesto,
porque sólo puedo
dirigirme a usted,
armado como estoy
de lienzos contra sus brochas,
de espaldas contra sus fustas,
de puerros contra su piara.

Me dirijo a usted, longaniza majara,
para agradecer insinceramente
el esmerado trazo,
el exquisito verbo
y la razón medida
empleados en sus misivas
pregonando comparecencias
de sus botas reforzadas
en nuestros culos dispuestísimos.

Atentamente, y sin otro particular,
Licaón


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